Vivimos en Europa, en una multisociedad llena de distintos idiomas y culturas. Hay muchos luchadores por mantener esta riquísima variedad que nos hace tan especiales. Entre ellos, el CERCLE (Comité Europeo para el Respeto de las Culturas y las Lenguas en Europa), bajo los auspicios de la Unión Europea, que intenta proteger todos los idiomas de nuestro continente. Sin embargo, la globalización, Internet y la expansión del inglés se citan habitualmente como algunos de los factores que están modificando la andadura de las lenguas (Crystal, 2001) favoreciendo a una distinción entre las lenguas grandes y pequeñas.
Dentro de la misma Unión Europea, por razones político-económicas, el inglés es la lengua de mayor peso junto con el francés y el alemán. Según Crystal, muchas veces los factores que están reduciendo las lenguas en el mundo, son paradójicamente los mismos que impulsan y potencian el plurilingüismo.
La situación de multilingüismo no es nueva, de hecho, hay muchas más personas bilingües en Europa (y en el mundo también) que monolingües. Entre los principales factores que favorecen la convergencia de idiomas podemos mencionar la movilidad social y económica, el auge de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información; así como la riqueza cultural y lingüística, que no debería suponer una barrera entre los ciudadanos europeos, sino la motivación para descubrir la herencia de los demás. Debido a estos factores, no nos centraremos más no en la elección sino en la necesidad de aprender idiomas.
La idea principal de la intercomprensión es borrar esas barreras lingüísticas y límites culturales con el fin de hacer posible que todos se entiendan y respeten. Mientras que en la actualidad destaca la promoción del inglés como lingua franca, la intercomprensión establece todos los idiomas como pilares de comunicación. No defiende un solo idioma, sino todos para que cada uno pueda hablar en su lengua pero, a su vez, entender las lenguas de los demás. Sigue leyendo